1. CONTEXTO
Durante mucho tiempo, la gente creyó que reciclar era lo mejor que se podía hacer con los residuos para proteger el medio ambiente. No estaban del todo equivocados porque sí hay ventajas, ya que el reciclaje crea puestos de trabajo y reduce los residuos que contaminan los vertederos, las incineradoras reducen la necesidad de utilizar tierras y recursos a los métodos tradicionales de eliminación de residuos, reduciendo también la energía utilizada para fabricar bienes y aumentando la conciencia medioambiental en general.
Sin embargo, también hay algunos contras en el uso del reciclaje como método ecológico, ya que el reciclaje consume energía, puede provocar contaminación, es costoso y da la sensación a la gente de que ya está haciendo todo lo que puede hacer en materia de residuos, lo que lleva a un consumo excesivo.
Las personas necesitan cambiar su mentalidad utilizando otras formas de ser más ecológicas, tales como reducir el consumo y reutilizar productos dando una segunda vida a los residuos.
Ese es el objetivo de la Economía Circular (EC). La EC es un concepto estratégico basado en la reducción, la reutilización, la recuperación y el reciclaje de materiales y energía, que sustituye el concepto de fin de vida útil de la economía lineal por nuevos flujos circulares de reutilización, restauración y renovación, en un proceso integrado.
De este modo, los residuos -cualquier sustancia desechada tras su uso primario, que carece de valor, es defectuosa o se considera inútil- pueden tener una segunda vida y considerarse un recurso. Los residuos como recurso son fácilmente accesibles, económicamente viables y pueden ayudar a satisfacer las necesidades y deseos humanos de forma más sostenible que utilizando materias primas.
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Estadísticas
En 2020, el total de residuos generados en la Unión Europea (UE) por todas las actividades económicas y los hogares ascendió a 2.151 millones de toneladas o 4.808 kg per cápita.
La construcción aportó el 37,1% del total, seguida de la minería y las canteras (23,4%), la industria manufacturera (10,9%), los servicios de residuos y agua (10,7%) y los hogares (9,5%); el 8,4% restante fueron residuos generados por otras actividades económicas, principalmente servicios (4,5%) y energía (2,3%).
De esta cifra, unos 2.029 millones de toneladas de residuos fueron tratados en la UE. Esta cifra no incluye los residuos exportados, pero sí el tratamiento de los importados a la UE. Por lo tanto, las cantidades declaradas no son directamente comparables con las de generación de residuos.
Durante el periodo 2004-2020, la cantidad de residuos recuperados -es decir, reciclados- utilizados para relleno (el uso de residuos en zonas excavadas para la recuperación de taludes o con fines de seguridad o ingeniería en paisajismo) o incinerados para recuperación de energía creció un 40,3 %, pasando de 870 millones de toneladas en 2004 a 1.221 millones de toneladas en 2020. En consecuencia, el porcentaje de este tipo de recuperación en el tratamiento total de residuos pasó del 45,9% en 2004 al 60,2% en 2020. La cantidad de residuos sujetos a eliminación disminuyó de 1.027 millones de toneladas en 2004 a 808 millones de toneladas en 2020, lo que supone un descenso del 21,3%. La parte de la eliminación en el tratamiento total de residuos disminuyó del 54,1% en 2004 al 39,8% en 2020.
Como ya se ha indicado, en la UE, en 2020, más de la mitad (60,2%) de los residuos se trataron en operaciones de recuperación: reciclado (39,2% del total de residuos tratados), relleno (14,6%) o recuperación energética (6,4%). El 39,8% restante se depositó en vertederos (31,3%), se incineró sin recuperación de energía (0,5%) o se eliminó de otro modo (8,1%).
Sin embargo, la UE aún debe encontrar formas de gestionar mejor el 39,8% que se deposita en vertederos. Todos somos responsables de ello, pero especialmente las organizaciones, ya que al producir mayores cantidades de residuos tienen un mayor impacto en la producción de los mismos.